Emergencia humanitaria en Copala

Luego de casi 10 meses bajo sitio, cayó San Juan Copala. Los paramilitares estrecharon el cerco el 7 de septiembre pasado y en los días subsiguientes ocuparon el centro político y ceremonial de la cultura triqui. Nada, nadie, les impidió tumbar puertas, derribar muros, incendiar hogares, saquear casas. El terror se apoderó de las últimas 30 familias que resistían y huyeron arañando cerros, arrastrando pies, cargando ancianos, apurando niños, cayendo en barrancos. Muchos salieron con impactos de bala. No han sido atendidos por médico alguno. Bajo fuego 303 días, desplazados ahora, invisibles siempre, los triquis que demandan autonomía señalan al MULT y a la Ubisort. Acusan a Amado Ortiz y a Antonio Cruz de estar al frente del asalto 

Yosoyuxi, Copala. Descalza, Altagracia Fernández de Jesús se esconde entre las piernas de su padre. A sus cuatro años, habla apenas. Su madre, Francisca de Jesús, fue baleada por la espalda el pasado 7 de septiembre cuando intentaba salir de San Juan Copala. Se encuentra en un hospital de Oaxaca. Su hermano, Elías, fue asesinado a los nueve años de edad el 29 de noviembre de 2009 en un salón de clases, cuando los paramilitares tirotearon la escuela. Su hermana, Maribel, no pudo salir del internado de Copala y se quedó en el centro del pueblo. Su padre, Benito Fernández, carpintero de 53 años, con heridas en un pie, es el rostro de la desolación.

Casi un cuarto de su vida ha tenido que permanecer escondida en su casa, entre estruendos y sobresaltos. La madrugada lluviosa del 19 de septiembre su padre la tomó en sus brazos; por momentos, debió dejarla caminar entre el breñal mientras él se echaba a cuestas a Jacinta González Guzmán, de 80 años de edad. El hombre algunas veces rodó por el monte con la anciana; otras, con la niña.

En ese grupo que huía de “la lluvia de balas” también caminaban Gabino Hernández, campesino de 53 años; Margarita López Martínez, de 45; Cornelio López Martínez, de 51, y Susana López Martínez, de 18. La cuadrilla tuvo suerte: no fue encontrada por los grupos armados.

Consigo no trajeron comida, pues ya no tenían. Y en la huida sólo trajeron la ropa que hasta ahora llevan puesta. Atrás dejaron sus casas, huipiles, algunos animales de corral, documentos personales, fotografías familiares, altares, petates, utensilios de cocina, enseres domésticos, ropa…

 

REPORTE COMPLETO:http://contralinea.info/archivo-revista/index.php/2010/10/01/emergencia-humanitaria-en-copala/

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